tengo una alcazaba
dentro de mí por estar lejos,
y me reconquisto,
con recuerdos
a vientecillo e impulso.
graná,
jardín con tu voz ronca
vestía lozana a andalucía,
para vivir de rentas
a la sombra de gran árbol,
prolongando tu cante.
carlos cano,
se quedó+ sin suspirar el milenio,
llorando por última vez,
los suyos y los otros,
haciendo camino con horizonte,
cantando,
con voz de mañana fría.
serás,
el enamorado de granada,
por el suspiro del mar,
por hacer silueta del generalife
explendor de la alhambra,
torrente del darro,
creación en la noche,
encuentro con manuel de falla,
no extraño de garcía lorca, estancia de la vega,
rumor del triunfo,
dibujo de la muralla árabe,
nube gris del genil,
escalón del albaizín,
pisada de jazmines,
libertad de callejuelas,
artista de rejas negras
en tus cuerdas de guitarra,
amigo de las melodías,
ilustre en la noche de graná,
talento del tesón.
ataúd llevado a cuestas
por la andalucía de los andaluces
ya en tu voz sellada.
se pone piedras a la alcazaba
porque tu vida se quedó a medias,
sin subir la cuesta de la alcazaba.
lustros de patios de cal,
maceta de geráneos,
recuerdan tu arte en voz,
que embajador de llaneza castellana
al mundo se abrió,
carlos cano.
graáa entiende,
de ser ciudad baja y alta
por movimientos de guitarra
con zarandeos de la vida,
que nos refresca
con botijos de agua.
desde la loma
carlos en el generalife,
cerca la nevada sierra,
-un poeta del horizonte de jaén
se asienta en la lonja-
ante el silencio de la cartuja.
las campanadas, doce,
dicen al nuevo siglo,
todo sigue o casi todo.
antonio martinez de ubeda